Tropieza con letras
que compara y añora. A veces,
me susurra que quiere escribir.
Toma un sueño, una palabra dormida y la levanta con recuerdos ajenos.
Los míos, cuya vigencia es un mito personal, le sirven
para llorarme, para acercar canciones
que su oído ya no conoce y envidia.
Le rindo tributo con este poema y espero
a que se calme y me deje vivir.