Despierto extrañando el llanto, como si el mundo huyera de mi ansiedad. Busco palabras que olvidé en la impaciencia del sueño: búsquedas inquietas por un rostro necesario, preciso.
Descubrí distancias, números que susurraban imperfecciones, que derramaban lágrimas para saciar una sed semanal.
Deformo la respiración acompasada para rehacer los sueños más tristes. He creído que ahí yacen mis versos. Pero en algún momento se entregaron al aire. Con el suspiro que doy al despertar.